¡Disputas diarias!
Todos queremos que los niños y niñas se acostumbren a recoger su cuarto, poner la mesa, lavarse los dientes o comerse la verdura pero muchas veces no sólo no lo conseguimos, sino que se produce el efecto contrario.
Por ejemplo, esa tarde, cuando el Sr. Grau llegó a casa después de un largo y dificil día de trabajo se tropezó con los zapatos de su hija, produciéndose el siguiente diálogo:
Padre: ¿Se puede saber por qué están tus zapatos en medio del pasillo?
Hija: Es que…
Padre: ¡Ni «es que..» ni nada! Tienes un minuto para recogerlos o tendremos un grave problema, ¡siempre estamos igual!
Hija: ¡No me chilles!
Padre: ¿Encima me replicas? A parte de desordenada, rebelde. ¡Sube a tu cuarto y no salgas hasta que yo te lo diga!
Lo que se produce a continuación ya lo sabemos todos. Un padre frustrado y enfadado que no ha conseguido que su hija entienda que ese no es lugar para dejar los zapatos, y una hija enfadada y triste porque no quiere que le hablen de esa forma.
La familia Puig nos puede servir de ejemplo de alternativa de la situación anterior.
El Sr. Puig se tropieza con los zapatos:
Padre: ¡Los zapatos están en medio del pasillo!
Hija: (bajando rápido las escaleras) ¡Vaya! Lo siento, qué desastre. Ahora las recojo.
Seguro que pensáis: «Claro, como si fuera magia, la niña simplemente bajará a recoger sus zapatos».
Tratad de describir aquello que veis y que queréis que cambie sin poner adjetivos que descalifiquen o utilizando amenazas.
Los resultados son sorprendentes y nos ahorraremos muchas rabietas.
Es probable que delante de una situación que se repite constantemente son sintamos cansados y frustrados, y tenemos derecho como padres a expresar este sentimiento.
También podemos hacerlo de una manera constructiva:
Sr. Puig: Me enfada y me frustra mucho tropezarme con tus zapatos después de un día horrible de trabajo… ¡De verdad, me saca de quicio!
De esta forma, el señor Puig no sólo está mostrando sus sentimientos de frustración y rabia, sino que también está mostrándole a su hija que se pueden expresar sin atacar la integridad de la otra persona.
¡La condición es hablar de cómo me siento yo, y no al revés!
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Feliciano Garcia
Docente, Técnico en Educación Emocional. Terapia familiar. Formado en Constelaciones Familiares.
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