Una tradición importada… Pero que a los niños les encanta.
La calabaza de Halloween. Esta tradición, aunque parece que venga de Estados Unidos, tiene su origen en la cultura celta. Se creía que la noche del 31 de octubre, el día antes del Día de Todos los Santos, los espíritus salían de los cementerios.
Para echarlos, la población los asustaba colocando cosas que dieran miedo alrededor de sus casas.
Si os fijáis, la calabaza decorada y con una vela encendida en el interior da mucho miedo…
Abrimos la calabaza por la parte superior (como si le sacáramos el sombrero).
Vaciamos muy bien la calabaza: retiramos las pipas y quitamos toda la pulpa (que solamente quede la piel de la calabaza).
Si el fruto estaba maduro la pulpa saldrá más fácilmente, pero sino tendremos que ayudarnos de un cuchillo para ir cortándola.
La pulpa la guardaremos porque nos servirá para hacer una fantástica crema de calabaza (ya veréis que os encantará).
Cuando esté vacía ya está lista para hacerle la cara.
Con un cuchillo perforamos los ojos y seguidamente la boca en forma de sierra como en la foto.
Y ya la podemos poner donde más os guste: en el balcón o en una ventana mirando hacia fuera o en cualquier otro rincón de la casa.
Encendemos una vela pequeña en su interior y ya veréis…
¡Qué mieeedo!
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¿Qué necesitamos?
- El elemento principal que necesitamos es una calabaza (lo más madura posible).
- Y, para darle vida, necesitaremos un cuchillo (mejor si ya tiene la forma triangular) y una vela pequeña.